Aquí está la silueta
cuyo rostro siempre está oculto;
el rojo sangre se vuelve oscuro,
igual que una mañana muerta.
No entiendo qué hizo
que te pusieras tan triste:
con la cabeza dijiste que no
y de pronto, como por hechizo,
paraste y así permanecesite...
Pero no importa, está bien.
Tengo fotos que ya no veo,
mientras hora tras hora se forma el tedio.
Sólo descanso en ese momento
donde nada se diluye;
y me siento seguro
refugiado en la protección
de mi cerebro oscuro:
una celda sin ventilación
que bloquea el amanecer...
Pero no importa, está bien.
Simplemente, si de casualidad
algún día nos volvemos a ver
y sientes algo por mí, cualquier cosa,
por favor, házmelo saber,
porque la verdad
cuesta mucho decir que no me importa,
decir que todo está bien.
martes, 19 de octubre de 2010
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