Dormida, ella espera arrastrarse por un rato.
Pequeños ojos amigables se levantan de la línea de la
cintura.
En sueños, jóvenes calipigias vienen a mi cama.
Empequeñecida, ella está sacando los enchufes al exterior.
Largos días en la bruma de un amor químico incendiado.
Elevada fase que arrastra el salario mínimo y aviva el
deseo.
Lúcidas noches se presentan ante su vista perfumada,
para que admire todo en todos los momentos para recordar y
retirarse.
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