Llegó bailando a través de las aguas,
con sus galeones y sus armas,
en busca del Nuevo Mundo...
Y en el palacio del sol,
en una orilla yacía Moctezuma,
entre hojas de coca y perlas.
En aquellos pasillos, a veces él pensaba
en los secretos del mundo.
Sus súbditos se reunían a su alrededor,
como las hojas de un árbol,
vestidos con coloridos ropajes.
Y todos los dioses lo observaban.
Y todas las mujeres eran hermosas.
Y todos los hombres se paraban rectos y fuertes,
ofreciendo su vida en sacrificio
para que otros pudieran vivir.
El odio era sólo una leyenda
y la guerra era algo desconocido.
La gente trabaja codo a codo,
levantando muchas piedras;
al llevarlas a los valles,
muchos morían en el camino.
Pero ellos construyeron
con sus manos desnudas,
lo que aún nosotros no podemos hacer ahora...
Y sé que en ese lugar ella vive todavía,
y que me sigue amando hasta hoy,
pero yo aún no puedo recordar
cuándo ni cómo fue que perdí mi camino...
Hernán Cortés
llegó bailando a través de las aguas...
¡Vaya asesino!
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