Conocí a una chica,
una bola de nieve en el infierno.
Ella era tan dura y agrietada
como la campana de independencia.
Y yo hice que se viniera a vivir conmigo.
Le prometí que encontraría un mejor lugar
donde podríamos pasar la eternidad.
No desciendas, no desciendas...
Quédate conmigo, nena.
Su madre me llamó ladrón,
su padre era un auténtico comandante en jefe.
Me enamoré de mi amor,
pero supe que habría una depreciación
que juntos tendríamos que ascender.
No desciendas, no desciendas...
Quédate conmigo, nena.
Ella tuvo un sueño,
se despertó sobresaltada:
había visto su propio cuerpo
delineado con tiza en el suelo.
En el arma
no se hallaron huellas dactilares.
Y su fantasma se inclinó para besarme
con un mensaje desde el sol.
No desciendas, no desciendas...
Quédate conmigo, nena.
lunes, 26 de octubre de 2015
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