Ven, pequeña, acércate a la ventana,
me gustaría intentar leer tu mano;
siempre pensé ser una especie de gitano,
hasta que dejé que me llevaras a casa.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
Sabes que amo vivir contigo,
pero tú me vuelves olvidadizo:
me olvido de rezarle al ángel,
y él se olvida de rezar por nosotros.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
Nos conocimos casi jóvenes
en lo profundo del parque de lilas;
me tomaste como si fuera un crucifijo
y en la oscuridad caimos de rodillas.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
Tus cartas dicen que estás a mi lado,
¿entonces por qué me siento tan solo?
Estoy de pie junto a un barranco,
una roca detiene mi tobillo
con tu fina telaraña.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
Necesito tu amor escondido,
estoy frío como un nuevo rastrillo;
te fuiste cuando dije que era curioso,
yo nunca te dije que era valiente.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
Eres realmente bonita,
pero te fuiste y volviste a cambiar tu nombre;
fue entonces fue cuando subí esta montaña,
para lavar mis párpados con la lluvia.
Adiós, Mariana;
ha llegado el momento
de reír y llorar, llorar y reír de nuevo.
jueves, 21 de agosto de 2014
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