Vagabundeo por calles alquiladas
junto al Támesis de alquiladas aguas.
Y cada rostro que encuentro
tiene la misma marca:
luce débil y afligido.
En cada hombre, en cada grito,
en cada infantil llanto de miedo,
en cada voz,
en cada prohibición
escucho los grilletes
forjados de la mente.
¡Cómo llora el deshollinador!
Cada negra iglesia lo horroriza.
Y los suspiros del desafortunado soldado
corren como sangre por los muros del palacio.
Pero es sobre todo
a medianoche cuando oigo
a la joven ramera maldecida
arremeter contra la lágrima del recién nacido
y arrojar plagas sobre el coche fúnebre del matrimonio.
Vagabundeo por calles alquiladas
junto al Támesis de alquiladas aguas.
Y cada rostro que encuentro
tiene la misma marca:
luce débil y afligido.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario