La cortina es abofeteada por el viento.
Es un sonido casi cárnico, como de carne humana:
pequeños puños que golpean distraídos,
haciendo nacer el espíritu de este cuarto.
El viento parece lamer,
el viento parece chupar,
el viento es una enorme mujer
que peina mi cabello atrás de mi nuca
y me hace poner de pie.
A mi cuerpo parece faltarle algo.
Recuerdo el sabor que en una noche como ésta
fue derramado únicamente a toda prisa...
Todos estos momentos
pasaron a través de mí sin dejarme nada;
los he convertido en desperdicio.
Hay mujeres en la calle:
brillan ante mi presencia
como dientes en una mina.
Y hay varias voces en la calle:
una de ellas es la mía.
Si observara desde una oculta ventana elevada,
podría escucharme decir: "Oh, no puedo lograrlo.
Estoy demasiado alejado".
Pero la plática es como el latido
salido de un sueño donde no recibo golpes reales:
el único daño verdadero está en la memoria.
Todas estas mujeres
pasaron a través de mí sin dejarme nada;
las he convertido en desperdicio.
miércoles, 3 de febrero de 2016
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