Ahora que son vacaciones,
ellos pueden relajarse y ver el sol
que brilla por encima de las bellas
cosas que han hecho.
Van al campo, pasean al perro,
miran el cielo sin contaminación,
ven al mundo reír y a los campesinos
que comen hot-dogs mientras
alimentan a los cerdos.
Qué lastima que la gente de la ciudad
no pueda convivir con las cosas lentas
que sólo ocurren en el campo.
El tiempo se compra y se vende solo;
el propagado temor a volverse viejo
contiene mil juegos tontos
que podemos jugar.
Y mientras la gente planea
viajes a las estrellas,
permiten que se construya otra carretera
sobre un tranquilo camino rural...
es algo enfermizo;
la cara sutil es la de un perdedor.
Aquí estamos, en medio de los años,
donde un hombre del espectáculo
mueve los engranajes,
las vidas se convierten en carreras
y los niños lloran de miedo:
¡Sáquennos de aquí!
domingo, 21 de diciembre de 2014
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