No creo en un Dios intervencionista,
pero sé que tú sí, querida.
Si creyera en Él, me arrodillaría
y le pediría que no interviniera
en lo que a ti concierne,
que no toque un pelo de tu cabeza,
que te dejes tal como eres,
y que si acaso tuviera que dirigirte
entonces te dirigiera hacia mis brazos...
Hacia mis brazos, Señor,
hacia mis brazos.
Y no creo en la existencia de ángeles,
pero al mirarte me pregunto si será verdad.
Si creyera en ellos, los convocaría
y les pediría a todos que te cuiden,
que cada uno encendiera una vela
para alumbrar y aclarar tu recorrido,
con gracia y amor, igual que Cristo,
y te guiaran directa hacia mis brazos...
Hacia mis brazos, Señor,
hacia mis brazos.
Y yo creo en el amor,
y sé que tú también crees.
Y creo en una especie de camino
que podríamos recorrer juntos.
Así que mantengan encendidas sus velas,
hagan que su trayecto sea brillante y puro,
para que una y otra vez ella vuelva
directa hacia mis brazos...
Hacia mis brazos, Señor,
hacia mis brazos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario