Nos miramos en los ojos del otro,
igual que cornejas, igual que cuervos.
La tierra puede abrirse y tragarnos,
en un instante, en un instante.
Pero no tengo el derecho de interferir.
En el futuro,
cambiaremos nuestros números
y perderemos contacto.
En el futuro,
las hojas se marchitarán
cuando las queramos.
Y no tengo el derecho de interferir.
domingo, 21 de diciembre de 2014
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