En St. Ides Heaven
todo es perfecto
cuando camino ebrio
con un envase abierto
del Seven-Eleven.
O cuando voy drogado
entre los carros estacionados
del vecindario,
con la cabeza llena de anfetaminas
que por dentro me iluminan.
La luna parece una bombilla
para mi soledad:
no necesito a nadie más.
Tú crees que me puedes deprimir
negándome lo que quiero de ti,
y que si intento sonreír,
lo que hago son sólo muecas...
La gente se siente muy vergas,
creen tener todas las respuestas
y siempre te aconsejan,
aunque no sepan una mierda.
Pero con anfetaminas
la luna es una bombilla
que acompaña mi soledad:
no necesito a nadie más.
martes, 8 de febrero de 2011
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