Jugaba el Flamengo,
yo quería escuchar.
Pero ella llegó,
cambió la estación
y se puso a cantar.
Y eso no es todo...
Tenía una basurita en el ojo,
y ella, en vez de soplar,
sin piedad me dijo
que ciego me iba a quedar.
Si acaso doy una vueltita,
por un instante, en el bar,
eso basta para que por diez noches
ella me deje sin cenar.
Llevó mis calzoncillos al brujo,
para que le hiciera sus oraciones.
Coló mi café en sus pantalones,
para así amarrarme.
Si a alguien le debo dinero
y viene a cobrarme,
¡ay, licenciado!,
esa plaga abre la puerta
y hasta lo invita a sentarse.
Después, si cambio de trabajo
para poder mejorar,
mire usted: ella invita a su madre
a vivir con nosotros.
Licenciado...
Si le pido frijoles,
ella los deja salados.
Con este calor,
ella viste abrigo
sólo para molestarme.
Y anoche,
después de soñar conmigo,
me mandó apostar al Burro
y le atinó al premio mayor*...
¡¡Me quiero divorciar!!
*Referencia al Jogo do bicho, tipo de lotería clandestina representada con animales. La creencia es que si sueñas con uno de los animales, debes apostar a sus números pues tendrás buena suerte.
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