echando desmadre,
y ella llora por mí.
Tirado sobre la vía,
ella atiende mis bultos.
¡Cómo llora por mí!
Pero nunca se queja...
Oculta su dolor,
aunque yo me doy cuenta
que no se siente a gusto,
porque la hago sufrir.
Y aun así, fuerza una sonrisa.
Ella debe ser una santa,
y Dios sabe que yo no lo soy.
Finalmente percibo,
justo frente a mi vista,
que aquí está una santa.
Había un vestido en la tienda
que le hizo brillar los ojos,
pero ella volteó hacia otro lado.
Pude haberle levantado el ánimo
al regalárselo de cumpleaños,
pero su cumple ya ha llegado
y yo me siento como un vago
porque gasté mi último centavo
en una peda de fin de semana
con un amigo sin valor
con el que siempre me embriago.
Ella debe ser una santa,
y Dios sabe que yo no lo soy.
Finalmente percibo,
justo frente a mi vista,
que aquí está una santa.
¿Debería irme o quedarme?
La neta no lo sé.
Mi mente está nublada.
Pronto va a amanecer,
y si ella descubre que no estoy,
¿será para ella lo mejor?
La veo llorar en sueños.
Beso su cachete mojado,
me arrodillo junto a ella y rezo.
Apagaré la luz, saldré a la noche
y continuaré mi camino.
Ella debe ser una santa,
y Dios sabe que yo no lo soy.
Finalmente percibo,
justo frente a mi vista,
que aquí está una santa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario