y se sacudió en pedazos
en el preciso instante
que puse mis ojos sobre ti.
Me daba cierto placer
la quema de la cruz, antes,
y que el paraíso no fuera
del todo verdadero.
Me devoraste bien
y luego me escupiste.
Con tu boca tan pequeña
me arrancaste la cabeza.
Y yo lamí la sangre de tus labios.
No hace falta decirlo
pero tu flecha
estaba hecha de estrellas.
El tiro que disparaste
perforó directamente mi corazón.
Sé que suena ignorante,
pero todos dicen que tú y yo
fuimos hechos "para siempre".
Me devoraste bien
y luego me escupiste.
Con tu boca tan pequeña
me arrancaste la cabeza.
Y yo lamí la sangre de tus labios.
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