A medida que caemos en secuencia
y vamos devorando nuestra adolescencia,
permanecemos quietos, en callada modestia;
y mientras se van rompiendo las férulas
y ya nada puede ayudarte,
cierras los ojos y rezas.
Sígueme a ninguna parte,
te tejeré a mí con suma delicadeza.
No me busques si me pierdo.
Y si salto, deja que me hunda en el intento...
Con un guiño,
bajaré para nadie hacia el abismo...
Cuando haga frío afuera abrázame...
No me abraces.
Cuando quiera descansar mis ojos convénceme...
No me convenzas.
Sígueme a ninguna parte,
te tejeré a mí con suma delicadeza.
¿Te limpiaron con cloruro y tallaron detrás de tus rodillas?
¿Vaciaste tu cuerpo con la brisa?
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