lunes, 4 de junio de 2012

An Idiot's End- Daniel Johnston

No tengo nada que decir, 
ella sabe exactamente lo que quiero. 
Pero cada vez que me siento así, 
lo nuestro sale a tomar un almuerzo. 


Ella me mira como a una pistola cargada;
y yo no me atrevo a darle la espalda
por miedo a que llegue de pronto a quererme 
y tenga que inclinarse para poder verme.


Las luces de su majestad 
me tientan como una hoja de afeitar...
Pero el tiempo es dinero para maquinitas
y hay varios monos en la oscuridad
y muchachas vírgenes que tienen miedo de coger... 
Y el bufón de la corte nos dice levantando una bombilla:
"Todo lo que existe está hecho para perecer". 


Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...
Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...

Necesito un lugar para descansar;

las cosas siempre siguen su camino
y yo estoy un poco perdido... 
Hasta que se me ocurra algo que decir. 
Entonces voy a seguir y seguir, 
entre los cráneos de rata de su jardín
(no voy a mencionar nombres, los sabe muy bien ella;
ambos estamos llenos de vergüenza.)


Ella sabe que estoy afuera de su casa, 
y de pronto se enoja con su hermana. 
Comienza a tratarme respetuosamente: 
me dice "señor" de repente...
Pero tan pronto lo hace yo lo olvido, 
y empiezo a hurgar en sus desperdicios,
hablando como loco conmigo mismo
y mirando las reacciones de su cara. 


Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...
Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...

Me la imagino sentada junto a mí

en aquel asiento...
Y puedo expresar todo lo que quiera decir, 
pero algunas cosas no me atrevo. 


¿Dónde está la chica que se enamoró de mí, 
la chica enamorada de un satélite...? 
Esa chica se ha mudado ya, pero el satélite
regresa casi todas las noches.


Creo que mi interés sangra
como el corazón de un perro muerto en su patio.
Y podría verla mientras está desnuda en el baño. 
O podría contagiarme de su resfriado. 
Podría incluso tomar su respiración y embotellarla,
pero nunca podré sorprenderla con la guardia baja. 


Ahora, cuando voy a visitarla, 
es como ir a ver un barco a la deriva, 
y yo soy como un hombre ahogado
al que ella no le avienta jamás un salvavidas, 
representado simbólicamente por sus labios. 


Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...
Conocerla es amarla;
pero yo la amo, aunque no la conozca...
No, no, no... 

No hay comentarios:

Seguidores