Sus ojos eran mariposas.
Su sonrisa era un arcoíris.
Su cabello eran ondas de luz solar,
resplandeciendo a su alrededor como un halo.
Su rostro era un cuento de hadas
(tenía escondida una manzana envenenada).
Su cráneo era un poderoso foso.
Su cerebro era el Castillo.
Y el Castillo se confunde
con una forma congelada entre las nubes.
Y el Castillo es más brillante
que mil árboles de navidad.
Y el Castillo nunca podrá
reconstruirse de nuevo...
de ninguna manera.
Un día estalló una extraña tormenta
mientras ella cabalgaba su dragón.
Las setas y los abejorros
le contaron a las flores lo que sucedió:
ella se perdió en la guerra invisible,
luchando en el frente de batalla;
su amor aún continúa enterrado ahí,
en las ruinas del Castillo.
Y el Castillo oscila
hacia el corazón palpitante de su mente.
Y el Castillo es más alto
que las auroras boreales.
Y el Castillo nunca podrá
reconstruirse de nuevo...
de ninguna manera.
El Castillo nunca podrá
reconstruirse de nuevo...
de ninguna manera.
domingo, 23 de octubre de 2016
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