Espejos, espejos por doquiera:
un millar de ojos reflejando resplandor.
Olas de vibración, emoción y relajación.
Bailar, descansar, respirar, moverse.
La luz del sol arrancando la cabeza;
el cuerpo, ansioso por ser sometido a prueba.
En el banquete en tiempos de plaga,
fuiste tú un hermoso cerdo.
Golpeando mesas con puños de carne,
por una estúpida, caótica y vertiginosa codicia.
Inexorable, aterradoramente,
los sentidos descuidados se agudizan.
Brotan alabanzas desde lo alto,
y ahogan todo tipo de sentido práctico.
En el banquete en tiempos de plaga,
fuiste tú un hermoso cerdo.
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