No sabes cuánto detesto
que nuestro amor haya muerto.
Sólo quiero que sepas, antes de partir,
que tú me diste mucho por lo cual vivir,
más de lo que te imaginas.
Esta es nuestra última despedida.
Este es nuestro último abrazo:
tendré que soñar si es que acaso
quiero volverte a ver...
¿Por qué no podemos superarlo esta vez?
Tal vez porque nunca te conocí bien.
Bésame, por favor,
pero no me beses con deseo
ni con compasión,
pues me enoja pensar
que dentro de un momento
te voy a hacer llorar.
Y dices que esto no puede estar ocurriendo
y corres al teléfono para llamarme,
mientras una extraña voz en tu cerebro
dice que tal vez nunca me conociste bien.
Busco tus dulces ojos en mis recuerdos,
a la par que suenan las campanas de la iglesia.
Mi corazón en llamas encuentra señales y evidencias:
todo el amor que antaño nos tuvimos ha muerto.
martes, 14 de diciembre de 2010
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