El día oscurece
y lentamente desaparece.
A mi cabeza acuden
recuerdos de ti y de mí,
silenciosos y recurrentes.
Todas las cosas que dijimos
y las que no, se cubren
con lo que no hicimos
y lo que sí.
Cuando salíamos,
trataba de luchar con la rutina;
pero ahora ¿qué se supone
que quieres que diga?
Desde entonces
ya nunca abandono
mis dominios.
Los dos estamos solos,
cada quien en su sitio.
Ojalá nunca te hubiera conocido.
jueves, 23 de diciembre de 2010
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