Venga, jóvenes y sanos compañeros,
¡no busquen fortuna en una oscura y triste mina!
Se les inculcará como un vicio y se filtrará en sus almas,
hasta que sus corrientes sanguíneas sean negras como carbón.
Ahí, donde es oscuro como calabozo y húmedo como brisa,
el peligro es doble y los placeres escasos;
ahí, donde la lluvia nunca cae y el sol nunca brilla...
Es oscuro como un calabozo, rumbo a la profunda mina.
Igual que un amigo drogadicto, o que un ebrio con su vino,
el hombre siempre tendrá lujuria por la atractiva mina.
Y yo rezo para que al morir, mis edades sigan avanzando:
que mi cuerpo se ennegrezca y se vuelva carbón.
Y observaré desde la puerta de mi hogar celestial,
compadeciendo al minero que excave mis huesos.
Ahí donde es oscuro como calabozo y húmedo como brisa,
el peligro es doble y los placeres escasos;
ahí, donde la lluvia nunca cae y el sol nunca brilla...
Es oscuro como un calabozo, rumbo a la profunda mina.
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