Tanto pienso en tu foto
que te quisiera pedir matrimonio.
Ya lo hice antes: te reíste
y con un gesto de la mano me abriste.
Pero cada vez que llamo a tu casa
me pides por favor que vaya.
Y me pones a temblar...
Me pones a temblar.
No deseo nada de ti, nena, en verdad;
aunque pienses, por segunda ocasión,
que con cocaína, drogas y licor
te quiera hacer algún mal.
Estoy cansado de lo que dices,
estoy cansado de mí mismo.
Estoy cansado de tus amigas
y de las cosas que siempre hacen.
Aún sigo parado en esta esquina,
pero ya me estoy cansando de esperar.
Nada deseo de ti, nena, en verdad.
martes, 4 de enero de 2011
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