Nos llamaron desde el bosque, 
y hacia allá fuimos. 
El viento soplaba cálido y elocuente.
Andábamos buscando los secretos del universo.
Así que rodeamos a los Demonios y los obligamos 
a decirnos el significado de todo aquello.
Los atamos a los árboles
y uno a uno les dimos una madriza, 
hasta que en pedazos de papel escribieron estas palabras
-mientras las leíamos, el sol salió de entre los árboles-:
"Teman el paso de Jesucristo, porque Él no va a regresar".
Entonces nos dirigimos de vuelta a nuestro mundo, 
dejando el bosque detrás, con los corazones cantando 
el conocimiento del Amor. 
Pero en algún lugar, de alguna forma, 
perdimos el mensaje a lo largo del camino.
Y cuando llegamos a nuestro hogar, 
nos compramos una casa.
Y compramos un coche que nunca usábamos.
Y compramos una jaula, y para ella dos pájaros cantores.
Y por las noches nos sentábamos 
a escuchar el canto del canario, 
pues ambos nos habíamos quedado sin palabras.
Ahora las estrellas se alinean en un ángulo equivocado, 
y el sol y la luna se niegan a arder.
Pero yo a veces recuerdo un mensaje en la mano de un Demonio:
"Teman el paso de Jesucristo, porque Él no va a regresar".
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