El enorme Gran Valle
es un listón de luz;
sus acueductos
son serpientes nocturnas;
las estrellas son colonos
que reclaman
su derecho de propiedad;
y mi cabeza está dando saltos
entre nombres históricos.
Los camiones transportadores
son búfalos rumiando
la carretera desierta;
y yo no soy nadie en especial,
tan sólo un hombre tenso
en este viaje inútil.
El petróleo bombea
a través de la tierra:
esos viriles dinosaurios
no han dejado
de venirse a chorros;
las montañas yacen,
igual que costales viejos;
las fuerzas globales
esculpen un penacho tectónico;
y la avioneta fumigadora
sobrevuela estos cielos negruzcos.
Pero ella no va con el tiempo;
ella deposita y retira
sus ojos de hélice
de la manga del viento.
El enorme Gran Valle
está conectado a un respirador;
los sueros de la vida se inyectan
desde lo alto de las sierras;
los almendros batallan
contra su propia enfermedad;
el heno padece de ictericia,
las uvas-pasas resuellan
y el ganado marcha rumbo al quirófano...
Creo que esta noche
el Gran Doctor
sudará una tormenta.
domingo, 11 de septiembre de 2016
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