Bajo el arco de tableros erosionados,
antiguos duendes y señores de guerra
salen de la tierra sin hacer ningún ruido;
el olor a muerte está en todos lados.
Y en la noche, cuando sopla el viento frío,
a nadie le importa, nadie se entera.
No quiero que me entierren
en el cementerio de animales:
no quiero vivir mi vida de nuevo.
Sigo a Víctor al lugar sagrado,
no hay escape, sé que no es un sueño;
molares y colmillos, chasquido de huesos,
espíritus gimiendo entre las tumbas.
Y en la noche, cuando brilla la luna,
alguien grita, algo no es normal.
No quiero que me entierren
en el cementerio de animales:
no quiero vivir mi vida de nuevo.
La luna está llena, el aire está quieto;
de pronto siento un escalofrío.
Víctor está sonriendo, su carne se pudre,
los esqueletos bailan en este día maldito.
Y por la noche, cuando los los lobos aúllen,
si escuchas bien, podrás oírme gritar.
No quiero que me entierren
en el cementerio de animales:
no quiero vivir mi vida de nuevo.
martes, 2 de junio de 2015
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