que rasco para que sangre.
Mis palabras se regurgitan:
escribo para alimentarme.
Y la Muerte crece como un árbol
que está plantado en mi pecho;
sus raíces están en mis pies,
y yo camino para que nunca descanse.
Oh, nena, estoy perdido...
Estoy perdido, te digo.
A través de un prisma,
intento empujar los colores
de vuelta al blanco,
para sincronizar nuestros
diferentes pulsos
al interior de una luz cegadora.
Y si el amor no es la clave,
si el amor no es la clave,
espero encontrar el lugar
donde sí pueda serlo.
Sé que en tu corazón
hay una respuesta a la pregunta
que no estoy consciente aún
de haber preguntado.
Y si aquel árbol
no ha bebido todavía
mis lágrimas,
podría sangrar y llorar
por todos los años
que, solitario,
he dejado pasar.
Oh, nena, soy tuyo...
Soy tuyo, te digo.
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