ellos derriban a las montañas.
Los sonidos chirriantes de la tierra
calman a las enormes maquinarias
que anhelan desesperadamente
hacerla yacer dentro de sus fauces.
Son más que un símbolo,
más de lo que yo anticipaba.
Deambulan por las altas crestas
que hay entre la Tierra y el cielo,
como espinas de la corona
que llevamos sobre nuestras frentes.
Desear no es una necesidad
reservada para los seres humanos;
sus dedos sobre tu garganta
es el dolor que todas las cosas conocen.
Son más que un símbolo,
más de lo que yo anticipaba...
Un ejército de gólems está acechando,
justo ahora, el corazón de los terrenos.
Devoran toda la realidad
y producen polvo y arena a cambio.
No hay nada que los lastime,
nada que entre bajo su piel de piedra.
Y cuando sus bocas de barro se abren
ninguna palabra sale a excepción de
"Ojalá estuviéramos muertos".
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