Nada me provoca 
tantas ganas de desaparecer
como cada que alguien 
abre la boca. 
Es sólo mi mala suerte:
me atropelló un auto 
mientras llevaba un pastel. 
Gotearon cerezas
por todo el pavimento;
el novio y la novia 
se aplastaron en mi rostro.  
Y no me quedé parado como un barco fantasma 
en medio de la tormenta. 
Puedes figurarte
que conduciré mi bicicleta 
sobre cemento fresco. 
Y la última cosa que pensaré 
justo antes de hundirme, será
si habré pagado mi renta. 
Y seguiré avanzando como un barco fanatsma
en medio de la tormenta.  
jueves, 17 de diciembre de 2015
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
 

No hay comentarios:
Publicar un comentario