Agrego a la inundación
palabras que son muy viejas
como para saborearlas.
Todos a quienes he amado
desaparecieron sin dejar rastro.
Todavía los llamo,
pero ya no queda mucho en mí.
Peino la base de datos,
pero la evidencia
de que alguna vez viviste
ya no existe más
(exceptuando el corazón
dentro de tus hijos).
Sigo llorando por ti
y escuchando tu voz
cada vez que hablo.
Tengo el futuro
perfectamente doblado en mi cajón.
Reina de ciempiés sin piernas,
riqueza y pobreza,
holgazanear en Mónaco,
entretenerse,
ganarse la vida...
El pánico está en la ciudad
y me visita dos veces a la semana.
El telón se abre a las nueve.
¿Dónde está el dramaturgo?
Equivoqué mi línea,
ahogado en mi vino.
Llaman a la puerta,
no dejes que ellos lo carguen.
Tengo el piso
pero el amor pidió más.
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