Al interior
de esta Época Dorada Para Extrañarte,
convivo con gente de Cleveland
que ha padecido por años
la maldición del cristal roto.
Cuando se quebró,
el espejo se dirigió a nosotros:
"Oigan", nos dijo,
"me resultan conocidos...
¿Cómo se llaman?".
Y ojalá no hubiera espejos
frente a las barras de los bares,
porque no soporto ver mi rostro
cuando no sé dónde te encuentras.
Y entonces, de pronto, la sensación desaparece,
aunque de alguna manera quisieras que permaneciera,
al interior de esta Época Dorada Para Extrañarte.
¿Qué tal si la vida sólo es
una difícil ecuación escrita en la pizarra
de una clase de ciencia para fantasmas?
Entonces podrías volver a vivir nuevamente,
pero volverías a morir dos veces en el final...
En el final, sí, en el final
nos volveremos a encontrar.
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