Anne, no lo puedes ocultar,
sabes que te vamos a encontrar.
En este tema el orgullo es defenestrado.
Nunca sentí la fuerza de gravedad;
olvidé lo que es arriba y lo que es abajo.
¿Cuántos otros se sentirán igual?
No hay ningún arrepentimiento,
tan sólo este sentimiento
de que nada viene por mi camino.
Pero hoy han pasado muchas cosas:
me han llamado los dioses de la ciudad.
Para ellos significa más, de alguna forma,
de lo que significa para mí.
Abandoné mi cuerpo,
abandoné mi destino,
pero es muy difícil ahora
mantenerme alejado.
Nada es definitivo:
todo este tiempo
nunca hubo nada para mí,
y siempre he fingido mi sonrisa.
Hay muchos ángeles negligentes
encargados de protegerme:
me dan enfermedades,
me dan dolores de cuello
para alimentarse de mí,
pidiéndome dinero
a cambio de dejarme en paz,
cerrando mis ojos para que no los vea.
Estos son los momentos que me causan terror.
Estos son los hados que trato de mantener alejados.
Pero ellos siempre regresan para seguirme atormentando:
es fácil imaginar quién ganará y quién será el perdedor.
lunes, 10 de marzo de 2014
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