Luna que en lo alto del cielo profundo
muestras tu brillo demasiado lejano,
tú viajas por todo el mundo
y miras el hogar de todos los humanos...
Luna, detente un momento
y dime dónde está el hombre que amo.
Dile, Luna plateada, que lo recuerdo.
Permítele, por un instante al menos,
que en sueños de mí se acuerde.
Ilumínalo a lo lejos,
y dile que alguien lo está esperando.
Si es verdad que su alma humana
todavía conmigo sueña,
es probable que la memoria lo despierte.
¡No te vayas, Luna, no desaparezcas!
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