Mientras camino
con mi guitarra en la mano
por estas calles estrechas,
donde un millón de pies
pasaron antes que yo,
de pronto me doy cuenta
que nadie me conoce.
Donde ayer la multitud
gritó mi nombre
para que les tocara una canción,
hoy las calles están vacías
y las multitudes se han ido a sus casas.
Paso por un millón de hogares
pero no hay un lugar al cual pertenezca.
Todo lo que tenía para darles
era un canción tras otra.
Todas las verdades que intenté decirles
estaban tan ajenas a ustedes como la luna.
Nacieron 200 años demasiado tarde
y 200 años demasiado pronto.
Soy solo un hijo de mi tiempo,
atrapado en las páginas de su libro.
Cuando no sea más que polvo y arcilla
y los demás niños dejen de mirarme,
¿se maravillarán aún con los milagros que hice
y las alturas a las cuales aspiraba?,
¿o arrancarán las páginas del libro
para encender una hoguera?
Cae la lluvia en mi rostro
y no hay un lugar al cual pertenezca.
¿Tan pronto se olvidaron de este pinche cantante?
¿Han olvidado ya mi canción?
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