Es hermosa la vida,
atravesada por lágrimas
de los cielos.
Mi corazón es un tambor suave,
un tambor muy suave
encendido con ecos de dolor
siete días a la semana,
veinticuatro horas al día.
Sueño, sonrío, camino, lloro.
Tal vez no digas
que es hermosa la vida,
que es hermoso el mundo,
y que es hermoso el día,
igual que ayer.
Pero no voy a quejarme,
aunque mis buenos días estén lejos.
Ellos vendrán seguramente por mí
una mañana, así que no voy a quejarme.
Mi mente es un espejo, un reflejo
sólo conocido por mí.
Para aquellos que me odian,
entre más me odian más me ayudan.
Para aquellos que me aman,
entre más me aman más me lastiman.
Cuando me voy a acostar por las noches,
veo niños en la luz, luchando contra sombras
desconocidas a espaldas de mi madre.
Y aunque no entiendo mis sueños
sé que en alguna parte hay esperanza.
Sueño, sonrío, camino, lloro.
Tal vez no digas
que es hermosa la vida,
que es hermoso el mundo,
y que es hermoso el día,
igual que ayer.
Pero no voy a quejarme,
no voy a quejarme, no, no,
aunque mis buenos días estén lejos.
Ellos vendrán seguramente por mí
una mañana, así que no voy a quejarme.
No voy a quejarme.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario