miércoles, 8 de abril de 2015

As I sat sadly by her side- Nick Cave & The Bad Seeds

Mientras estaba sentado tristemente a su lado, 
junto a la ventana, detrás del cristal, 
ella acariciaba un gato en su regazo
y mirábamos el mundo hundirse al pasar. 
Con los ojos nuevos, abiertos de par en par, 
presionamos nuestros rostros contra el vidrio.
Y mientras estaba sentado tristemente a su lado, 
estas fueron las palabras que suavemente me dijo:
"Padre, madre, hermana, hermano, 
tío, tía, sobrina, sobrino, 
soldado, marinero, físico, obrero, 
actor, científico, mecánico, religioso, 
tierra, luna, sol y estrellas, 
planetas y cometas de ardientes estelas...
Todas esas cosas se están hundiendo, 
es una caída hermosa y sorprendente". 
Entonces ella sonrió y volteó a verme, 
esperando a que le diera mi respuesta. 
El cabello le caía sobre los hombros
mientras estaba sentado tristemente a su lado;
ella me pasó al gato con delicadeza
y de nuevo presionamos contra el vidrio 
nuestros indiferentes rostros. 
Le respondí: "Tal vez esas cosas sean ciertas, 
pero mira aquel hombre que cae en la calle. 
Mira cómo gesticula a sus vecinos, 
y mira cómo ellos lo pisotean.
Todo el movimiento allá afuera conecta con la nada,  
a cada uno le concierne sólo su necesidad inmediata.
Mira a ese hombre que se arrastra por la cuneta. 
Mira ese otro que contra un ciego tropieza".
Con mano temblorosa me acerqué a ella 
y le aparté el cabello de los ojos;
mientras estaba sentado tristemente a su lado, 
el gato bajó de su regazo dando un brinco. 
Ella cerró entonces las cortinas y dijo:
"¿Cuándo aprenderás que lo que ocurre 
al otro lado del cristal no te incumbe?
Dios te ha dado un corazón solamente, 
no eres la casa para los corazones de tus prójimos.
A Dios no le importa tu benevolencia 
más de lo que le preocupan los otros y sus carencias.
Tampoco le importa si te sientas ante las ventanas
a juzgar el mundo que Él ha creado, 
mientras los dolores se apilan en torno 
a ti, feo, inútil y pedante...". 
Al tiempo que giraba su cabeza para marcharse, 
grandes lágrimas saltaban de sus ojos. 
No pude borrar la sonrisa de mi rostro, 
mientras estaba sentado tristemente a su lado. 

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