pero, ¡demonios!, alguien tiene que decirlo.
Me refiero a que las cosas no han salido bien.
Creo que finalmente me he jodido esta vez.
La vida que vivo es repugnante.
He pasado una década
jugando escondidillas con el olvido.
Diario convivo codo a codo con la renuncia.
Soy el mismo guiñapo que siempre he sido.
Y cuando me la encuentro el parque,
apenas si merece un comentario
cómo mantenemos la distancia estándar:
extraños distantes que se mantienen apartados.
Por supuesto, he sido humillado por el vacío.
Gran parte de mi fe ha sido destruida.
Fui forzado a mirar el disfrute de mis enemigos
en incesantes banquetes de Schadenfreude.
Y mientras el ritmo de la vida se acelera
bajo las quejas y las disputas,
cuando trato de ahogar mis pensamientos con ginebra,
descubro que las peores ideas saben nadar.
Y lo sé: un revés puede ser la configuración
de un contraataque, si no te rindes.
Pero este tipo de dolor no sanará.
Y el fin de todo deseo es lo único que deseo...
Y es así como me siento.
Conocí el fracaso en Australia.
Me enfermé en Illinois.
Casi pierdo mis genitales
en un hormiguero de Des Moines.
Estaba tan lejos en Fargo
que Dakota del Sur se molestó.
Este es el tipo de mierda a la que me refiero
con incesantes banquetes de Schadenfreude.
Y sé que un revés puede ser la configuración
de un contraataque, si no te rindes.
Pero este tipo de dolor no sanará.Y el fin de todo deseo es lo único que deseo.
El fin de todo deseo es lo único que deseo.
El fin de todo deseo es lo único que deseo...
Y es así como me siento.
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