El dolor del que adolezco
no se parece a los dolores
que adolecí antes.
Las cosas que siento
no se sienten como los sentimientos
que sentí antes.
Y la soledad, y el vacío, y la desesperanza están bien...
Porque, a veces, mi nebuloso cerebro
recuerda que fuiste mía
por un momento.
La pena que me hace penar
no se parece a las penas
que hacían penar mi corazón antes.
Las lágrimas que lagrimeo
no son como las lágrimas
que mis ojos han lagrimado antes.
Y la soledad, y la impotencia, y la inutilidad están bien...
Porque, a veces, mi nebuloso cerebro
recuerda que fuiste mía
por un momento.
lunes, 1 de febrero de 2016
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