No puedo dejar mi casa
ni contestar llamadas.
Otra vez estoy cayendo,
pero solo no me encuentro.
Dejo al fin ordenadas
las cuentas del alma:
esto va para el basurero,
esto se pagó por entero...
Pero en cuanto a la caída,
hace mucho dio comienzo.
No puedo detener la lluvia.
No puedo parar la nieve.
Me siento en mi silla
y miro hacia la calle.
El vecino me devuelve
mi sonrisa de derrota.
Me muevo con las hojas
y brillo con el cromo.
Estoy casi vivo,
estoy llegando a casa.
Y no hay nadie a quien seguir
ni nada que enseñar,
excepto que el objetivo
cae lejos del alcance.
jueves, 3 de octubre de 2019
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