hablan sobre electricidad,
una avalancha de estrellas
se precipita sobre mí.
Nuestro beso se vuelve supernova,
un abrazo de agujeros negros.
Un ahogante pozo de tinta color miel
divide los átomos de nuestro rastro.
Oh sí, esta no es una canción triste...
Nadé por un lento océano.
Cabalgué sobre un espeso río.
Conservé una compañía
que hizo temblar a mi madre.
Manejé una montaña rusa
desde mi caída de gracia.
Caminé con paso vacilante
por una mala escalera.
Oh sí, esta no es una canción triste...
Aquí viene la oleada
de esquirlas azucaradas.
El silbido y los escupitajos
de unas brasas que se apagan.
Aquí viene el aplastamiento
de esquirlas azucaradas,
que traen consigo el frío de invierno.
Me erigí en el cielo
junto a mi hermana Huracán:
cien toneladas de noche
dejaron de existir cuando ella vino.
Bienvenido el beso de esquirlas azucaradas,
el aguijón de fríos besos confitados.
Aquí viene el aplastamiento de esquirlas azucaradas,
la persistencia de una Vía Láctea de formaldehído,
un millón de dedos cubiertos de azúcar.
Te reconozco, tú mataste a mi hermana...
¡Y un dolor de proporciones panorámicas vino,
junto a mi hermana Huracán!
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