Tú tienes un corazón
y yo tengo la llave.
Recuéstate y deja que lo abra.
Esos paganos con los que te juntas
por debajo del mar,
lo único que buscan
es que te excomulguen.
Conozco un río
donde podemos soñar:
se hará más ancho
y derribará sus riberas
para mecerte en él, nena.
Pero si vas a cenar
con los caníbales,
tarde o temprano
terminarás devorada.
Me alegro que hayas
venido con tus animales,
y con tu corazón,
magullado pero invencible,
que late igual a un tambor.
Voy a sentarme
en una cerca, como un ave,
y cantaré canciones con final feliz.
Descenderé en picada y te diré
que no tiene sentido
atacar lo que defiendes.
¿Acabo de comprarte ese vestido,
ese delantal de papel rosa
que estás remendando?
Pero si vas a cenar
con los caníbales,
tarde o temprano
terminarás devorada.
Me alegro que hayas
venido con tus animales,
y con tu corazón
que golpea y golpea,
y que late igual a un gong.
Puedo notar
que te han hecho daño.
Aquí hay un poco
de luz de luna para cubrirte.
Yo nunca voy a abandonarte aquí,
sin pétalos y en medio del azafrán.
Permíteme, querida,
disipar tu miedo mientra nado,
dentro y fuera de foco.
Pero si vas a cenar
con los caníbales,
tarde o temprano
terminarás devorada.
Me alegro que hayas
venido con tus animales,
y con tu corazón,
magullado pero que bala
y sangra igual que un cordero,
que golpea como un gong,
que late como un tambor.
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