Colgaron un letrero en la ciudad:
"Si vives a tope nunca renunciarás".
Igual que una bala abandona
el interior una pistola,
ella se fue de Monte Rio.
Con sus ojos negros
y sus caderas a lo Marilyn,
se fue rumbo a California.
La luna dorada, su cabello al viento.
Le dijo: "Vamos Jim, no mires atrás.
Toma mi mano, estoy aquí.
Tienes que aguantar".
Él le regaló un reloj barato
y un anillo hecho con una cuchara:
"Todos buscan a quién echarle la culpa.
Pero tú compartes mi cama,
tú compartes mi nombre.
Adelante, vamos, llama a la policía.
No se conocen chicas guapas en cafeterías..."
Ella le dijo entonces que aún lo quería;
pero a veces no se puede hacer nada más.
"Tienes que aguantar.
Toma mi mano, estoy aquí...
Tienes que aguantar".
Dios bendiga tu torcido corazón;
St. Louis se llevó lo mejor de mí.
Extraño la porcelana rota de tu voz,
quisiera que estuvieras aquí.
Tú construiste todo y ahora lo tiras al suelo:
quemas tu mansión hasta los cimientos.
Cuando no hay nada por lo cual quedarse,
cuando caes en este mundo triste y grande...
Tienes que aguantar.
Toma mi mano, estoy aquí.
Tienes que aguantar.
Más allá del Hotel Riverside
son 10 grados bajo cero
y la nieve sigue cayendo.
En una tienda de todo a 99 centavos,
ella cierra los ojos y se balancea.
Pero es difícil bailar
sin música y con este frío.
Tu ciudad natal está muy lejos,
pero hay un disco dentro de tu cabeza
con una canción que suena así:
"Tienes que aguantar.
Toma mi mano, estoy aquí.
Tienes que aguantar...".
jueves, 2 de octubre de 2014
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