Hola, ¿puedes oírme?
¿Son tus cielos claros?
¿Hace calor allá abajo?
Incluso en medio de la lluvia
la respiración de la brisa
me persigue.
Desde este teléfono,
una cuarta parte del día
la habitación es mía.
Y mientras las cosas permanecen igual,
yo me precipito hacia un cambio.
Estás pensando en tus pies
mientras te sientas sobre tu trasero.
Tienes camisas recién planchadas,
sin marcas de sudor en tu espalda.
No hace falta: siempre hay un empleado
que las plancha mientras tú descansas.
La semilla no se convertirá en árbol
sin un esclavo que la riegue.
martes, 19 de enero de 2016
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