¿Me prestarías tus pulmones?
Los míos se colapsan.
Planto mis pies y respiro amargamente
el tiempo mientras avanza.
Cada respiro que tomo lo devuelvo,
y rezo para que el día no me envenene
mientras estoy entre los que viven
en una solitaria indecisión.
Los dedos caminan por la senda oscura;
dentro de la mente es medianoche.
El oro que recolectaste lo recoges,
y te das cuenta, idiota,
que es sólo la luna que brilla.
Si intentaras llevarlo a casa
tus manos se volverían de mantequilla.
Mejor deja en paz ese sueño:
intenta encontrar otro nuevo.
La Salvación se sentó y se santiguó,
llamó a su socio, el Diablo.
La Sabiduría se quemó sobre un estante.
¿Quién matará ahora al furioso cáncer?
Sella el río en su desembocadura;
toma prisionera al agua;
llena el cielo de gritos y quejas;
se baña en las respuestas del fuego.
Jesús fue hijo único,
y amo su única concepción.
Extranjeros en lenguas desconocidas
ensucian el umbral de la puerta;
yo para uno, tú para dos,
no tenemos tiempo para el exterior.
Mantén tus heridos ojos en ti mismo:
le diremos al mundo que al menos lo intentamos.
sábado, 28 de noviembre de 2015
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