El muro en el que los profetas escribieron
ha comenzado a desmoronarse.
Sobre instrumentos de la muerte,
los rayos del sol caen brillantes.
Cuando todos los hombres se destrozan
con pesadillas y con sueños,
¿podrá alguno portar la corona de laurel
mientras sus gritos se ahogan en el silencio?
Confusión sera mi epitafio,
mientras tanto me arrastraré
por un sendero roto y agrietado.
Si lo logramos, podremos sentarnos y reír.
Pero tengo miedo de que lloremos mañana.
Entre las puertas de hierro del destino
las semillas del tiempo fueron sembradas
y regadas con las obras de aquellos
que saben y que son conocidos:
el conocimiento es un amigo mortífero
si nadie establece las reglas.
El destino de toda la humanidad que veo
está en la mano de idiotas.
Confusión sera mi epitafio,
mientras tanto me arrastraré
por un sendero roto y agrietado.
Si lo logramos, podremos sentarnos y reír.
Pero tengo miedo de que lloremos mañana.
viernes, 6 de marzo de 2015
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