no vayas a dejar nada,
no quiero nada,
no me hace falta nada.
Ten cuidado en el pasillo,
y si ves a mis amigos,
diles que estoy bien,
que no necesito nada.
Casi quemé mis ojos.
Arrojé mis orejas al piso.
Pero no vi nada.
No oí nada.
Me quedé como de piedra;
sabía lo que debía saber...
y nada más.
Pero hombre, es no es nada.
Nuestros problemas
son como hermanos
atrapados por los brazos del otro.
Será mejor que reces
para que ellos no te encuentren.
Tu espalda no es tan fuerte
para una carga tan pesada.
Te aplastarán hacia abajo,
hacia la nada.
Nacer es volverse ciego,
postrarte mil veces
ante quebrados ecos
de pura tentación.
Tristeza y soledad
son unas cosas preciosas,
y las únicas dos palabras
que vale la pena recordar.
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