Escuché que hubo un acorde secreto
que David tocó para complacer al Señor.
Pero a ti la música no te interesa mucho, ¿cierto?
Va más o menos así: la cuarta, la quinta,
el tono menor baja y el mayor se eleva;
así el rey desconcertado compuso su aleluya.
Aleluya, aleluya, aleluya...
Tu fe era poderosa, pero necesitabas pruebas.
La viste desnuda bañándose en el tejado,
su belleza y la luz de la luna te derrocaron.
Ella te ató a la silla de la cocina,
destrozó tu trono y cortó tu cabello,
y en tus labios ella dibujó un aleluya...
Aleluya, aleluya, aleluya.
Nena, yo ya he estado aquí antes,
he visto este cuarto, he caminado por este suelo.
Solía vivir solo antes de que te conociera.
Y he visto tu bandera en el marco de mármol,
pero el amor no es una marcha triunfal:
es un frío y roto aleluya...
Aleluya, aleluya, aleluya.
Hubo un tiempo en el que me dejabas saber
lo que en verdad estaba ocurriendo por debajo.
Pero ahora ya nunca me lo muestras, ¿verdad?
Recuerdo cuando me mudé hacia ti
y la paloma sagrada también lo hizo así,
y cada uno de nuestros alientos dibujaba un aleluya...
Aleluya, aleluya, aleluya.
Tal vez exista un Dios en el Cielo,
pero todo lo que yo he aprendido del amor
fue a disparar antes que el otro desenfunde.
No es un llanto eso que escuchas de noche,
no es que alguien haya encontrado la luz,
es sólo un frío y roto aleluya...
Aleluya, aleluya, aleluya.
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